La vida es caminar. Un caminar con sentido y con espíritu crítico donde encontrarnos con los otros en un diálogo constructivo y sincero.
Eso hemos pretendido a lo largo de estos años que has pasado con nosotros. Con la mayoría de vosotr@s han sido muchas experiencias vividas y muchos momentos de encuentro.
Lo más bonito de esta vocación es ver la evolución personal de cada una de las personas que Dios pone cerca de nosotros, para que podamos aportar nuestro granito de arena en su crecimiento experiencial.
La impaciencia nos hace querer ser sembradores y recolectores, pero esa es una alegría que pocos llegan a presenciar.
Me quedo con el recuerdo de tantas alegrías, lágrimas, agobios y momentos vividos en nuestras actividades y clases. Con vuestras preguntas inquietantes y sinceras que detonan querer saber y buscar la Verdad.
La mayor alegría para un Maestro, y yo aspiro a serlo algún día, es ser superado por sus discípulos.
Os espera un largo y difícil camino, pero siendo constantes y con la fuerza interior, esa que brota del corazón limpio, tened la certeza que lo recorreréis con paso firme hasta alcanzar la meta y más allá.
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